korz

Hola, amigos. Hoy les voy a contar una historia de terror que me pasó hace unos días. No sé si me creerán, pero les juro que es verdad.


Todo empezó cuando decidí ir a pasar el fin de semana a una cabaña en el bosque que había alquilado por internet. Quería desconectarme de la ciudad y disfrutar de la naturaleza. La cabaña se veía muy bonita en las fotos, pero cuando llegué me di cuenta de que era muy diferente. Estaba sucia, vieja y descuidada. Las ventanas estaban rotas, la puerta no cerraba bien y había un olor a humedad que me hizo estornudar.


Pensé en irme, pero ya había pagado y no tenía otro lugar donde quedarme. Así que decidí quedarme y tratar de pasarla lo mejor posible. Encendí la chimenea, preparé algo de comer y me puse a leer un libro. Todo iba bien hasta que empezó a oscurecer.


Fue entonces cuando escuché el primer ruido. Un golpe seco en la pared. Pensé que sería algún animal o una rama que se había caído. No le di importancia y seguí leyendo. Pero luego escuché otro ruido. Y otro más. Y otro más. Eran cada vez más fuertes y más frecuentes. Parecía que alguien o algo estaba golpeando la cabaña por todos lados.


Me asusté y fui a ver qué pasaba. Miré por las ventanas, pero no vi nada. Solo el bosque oscuro y silencioso. Volví a la sala y cogí un cuchillo de la cocina. Pensé en llamar a la policía, pero no tenía señal en el celular. Estaba solo y atrapado.


De repente, la luz se fue. Quedé a oscuras, solo con el resplandor de la chimenea. Entonces escuché un ruido diferente. Era como un rasguño en la puerta. Alguien o algo estaba tratando de entrar.


Me acerqué lentamente a la puerta, con el cuchillo en la mano. Sentí el pánico subir por mi garganta. ¿Qué era lo que quería entrar? ¿Un ladrón? ¿Un asesino? ¿Un animal salvaje? ¿O algo peor?


Llegué a la puerta y miré por la mirilla. Lo que vi me heló la sangre.


Era una cara blanca, sin ojos, sin nariz, sin boca. Solo una masa de carne pálida y llena de sangre. Me miraba fijamente con un agujero negro donde debería estar su rostro.


Grité y retrocedí. La puerta se abrió de golpe y la cosa entró a la cabaña. Era un cuerpo humano, pero sin piel, sin pelo, sin ropa. Solo músculos, huesos y órganos al descubierto.


Se lanzó sobre mí con una fuerza sobrehumana. Intenté defenderme con el cuchillo, pero fue inútil. Me arrancó el brazo de un mordisco y lo escupió al suelo.


Sentí un dolor insoportable y perdí el conocimiento.


No sé cómo sobreviví. Solo sé que desperté en un hospital, rodeado de médicos y policías. Me dijeron que me habían encontrado tirado en el bosque, cerca de una cabaña incendiada.


Me preguntaron qué había pasado, pero yo no pude responderles. No podía hablar ni recordar nada.


Solo podía ver esa cara sin rostro en mi mente.


Y escuchar ese rasguño en la puerta.


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